domingo, 28 de julio de 2013

Primeras luces del dia.



A lo largo de la semana y tras la revisión de la moto, quería dar una vuelta corta a lo largo del fin de semana, y pensé bien en salir por la tarde noche poniéndose el sol, o bien en hacerlo al revés: al amanecer para ir a desayunar, desayunar por segunda vez o tomar un café cargado en el algún bar de pueblo.









El tiempo durante el fin de semana ha resultado agradable, un descanso de calor en Madrid, pero con las primeras luces del día ha resultado más fresco de lo esperado. A pesar de llevar un forro polar la chaqueta de verano dejaba pasar suficiente aire para notar una temperatura bastante inferior a la de días atrás













Con el deseo de tomar un café que me hiciera recuperar temperatura y dejar pasar un rato para que saliera más el sol, paro en Colmenar de Oreja, en la plaza y entro en un bar donde pido un café cargado con leche. No tienen leche, y me ofrece "un café de puchero con endulzante desconocido". El anciano de mi derecha me anima con un " en 50 años nadie se ha muerto : pruébalo". Humeaba y lo necesitaba, pero tras el primer sorbo lo he metido todo para adentro encantado. ¡Riquísimo!










A ritmo lento continúo el paseo; Me encuentro un refugio en buen estado con el que "pierdo" el tiempo un rato curioseándolo y disfrutando los primero rayos de sol.









Cuanto más recorro esta zona, y cuanto más despacio voy, me doy cuenta de la cantidad de cosas que tiene para ver, carreteras que disfrutar y las vistas de sus vegas, todo cerca de casa.










Sorprendente es el tema de los ciclistas. ¡Vaya pelotas tienen para rodar en paralelo!, aun pasada una curva ciega donde ningún vehículo que circulará a tres veces sus velocidad seguro que se los lleva por delante pues no les puede ver. Pero también es para aplaudir a aquéllos que en grupo y con vehículo a la cola y señalizado se ponen tan temprano a dar pedales como locos.









Me he cruzado con una pareja de G Civil en moto no se cuántas veces recorriendo la zona por la que he andado. No se todavía como no se han mosqueado y me han parado para pedirme documentación o verme la cara.













Y este lugar lo tenía pendiente. Me ha encantado el sitio y como era temprano no he dudado en meterme por el camino que sin tener señal de prohibido el paso no me extrañaría que lo estuviera.










De camino a Morata hay una venta de quesos donde he entrado. Tooodo casero, decía el cartel y ""llame al timbre", pero no lo he hecho, otro día. Yo creo que estaban durmiendo. Con el ruido de la moto no ha he visto ningún amago de nadie que abriera y me ha dado palo, pero queda pendiente pues me encanta el queso y ya me apetece probarlo.











Finalmente he rodado un poco por campo, no mucho, pero bueno. Es lo bueno de estas trail. Mi idea era darle a la carretera, de haber hecho calor hasta buscar donde darme un baño y hacer uso de toalla, bañador y chanclas que llevo en las alforjas.










Y entrando y saliendo por esos caminos encuentro la pista que conozco y con la que alcanzo la carretera en el desvío que me llevará hasta la A III y a casa.

sábado, 20 de julio de 2013

Arena y agua

Hoy he dado un paseo de un par de horas sorprendiéndome la lluvia nada más salir de casa. Ha pasado rápido y lo poco que me he mojado se ha secado al poco.

Quería andar entre los árboles por los arenales de los pinares 



Me ha surgido un problema técnico que me ha fastidiado la salida. Problemas con el freno delantero. No tengo ni idea de por qué se me bloquea el freno y la rueda y de vez en cuando debo parar y echar unos cms atrás para que siga funcionando.






Un rollo esa avería, pero no me ha impedido seguir. Ya se revisará.

Así que me interno por los pinares sintiendo lo fácil que es perderse en ellos y al rato  me encuentro una explotación de resina






Tras acudir una pareja de forestales con su T.T. y ofrecerles mi documentación personal y de la moto y de contarles lo que ando haciendo por allí, sin más problema que el de negarles la caña que me ofrecen (había comido hacía poco), sigo dándome mi paseo duna arriba, duna abajo hasta salir a la carretera.






En la carretera echo un vistazo a la rueda delantera, no entiendo que narices pasa, y me vuelvo tranquilamente por carretera al pueblo.




Aquí me tengo que venir a bañar.




Y ya continuó hasta el pueblo con una mosca detrás de la oreja que para qué.



Próximo fin de semana que vaya al pueblo desmontaré la rueda con calma a ver si veo qué ocasiona el fallo o al taller.

lunes, 15 de julio de 2013

Cabañeros

Tras varios intentos desde primeros de junio para salir de acampada (moto cargada hasta arriba con silla, camping gas, luz, silla, tienda, comida,..., que si no no tiene gracia), encuentro el día y no hay marcha atrás para llevar a cabo un plan. En este caso será Cabañeros con el deseo de empaparme un poco de aquello.
Comparto el plan con quince personas, a quienes ofrezco venir si les apetece, y llegado el día antes de salir no hay ninguno que quiera venir y solo dos me preguntan si mantengo los planes por si les diera por salir.
Así que, llegado el momento, la hora, con la moto ya cargada a poquitos desde el viernes, me pongo en marcha a las ocho y cuarto de la tarde; Poco calor, autovía de salida con la que siento como me alejo de la gran urbe sin prisa pero sin pausa, y, después, carreteras en las que encuentras ventas, gente en la calle sentada al pie de la puerta de casa tomando el aire y adelantando preciosos, todavía para mi gusto, Patrol azules seis cilindros en muy buen estado, con el sol a 45 grados y no se cuantas aves colgadas de las catenarias parece que disfrutando de la vista.

 


Entre 90 y 110 km/h alcanzo el desvío definitivo de la carretera que se interna en el Parque Nacional de Cabañeros. Me encanta su ""asfalto"".





Inmediatamente, cambia el escenario. Me quedo perplejo.






Y la temperatura desciende, al igual que el ritmo, no ya porque el pavimento no haga cómodo rodar a cierta velocidad, sino porque cambia todo, y me siento relajado conduciendo despacio observando el entorno.










Quien conozca el vídeo de Honda del modelo Transalp 700, podrá encontrar en este viaje escenarios similares, incluso en este alto existe unas piedras que bien podrían pasar por el momento en que el conductor de la Transalp alcanza el "Col de Bonete"





Aquí me quedo sentado unos breves instantes, echando un trago de agua, disfrutando de la paz que transmite el lugar.





Desde Madrid este viaje es un paseo de poco más de hora y media, sin prisas, pero me lleva más tiempo por las paradas bajándome de la moto y sin bajarme para observar el paisaje. Y no digamos cuando aparecen los primeros ciervos, que abren una nueva página al viaje pues no paran de surgir en esas cerradas curvas que sobrepasan regueros que conservan algo de agua bajando.
Por fin llego al camping. Aparco pegado a la casa donde imagino se encuentra la oficina, restaurante y demás y sorpresa, gran sorpresa: ¡me reciben aquellos dos que si pero no, aquellos que preguntaron si mantenía el plan!
Tras ayudarme a montar una tienda nueva, desconocida, nos fuimos a cenar, y pasamos un rato largo preguntando por nuestra vida, los nuestros, poco por no decir nada de motos a Dios gracias.
Tras una noche de cielo limpio y estrellado ( teníamos en el camping gente observando las estrellas con unos buenos aparatos) en la que nos sorprendió el fresco y algunos ladridos nos levantamos con la idea de dar una paseo más corto del que yo me había propuesto corriendo, pero estaba acompañado y de muy buena gente.





Nos fuimos por la ruta de El Boquerón, para conocer las Torres y el río Estena, todavía con agua.





Una pequeña caída de agua me llamó la atención e hice bajar a los abuelos a la poza que, al final les llamó la atención más de lo que ellos mismo pensaban. Yo me sentía como pez en el agua.







A la vuelta, desmontamos el campamento, desayunamos y dejamos foto para el recuerdo.




Parados teníamos algo de calor, pero en marcha hacía un fresco muy agradable, y que nos acompañó hasta las doce de la mañana, hora en la que ya se iba bien pero ya con calorcillo.








A paso lento, de disfrutar, recorrimos la carretera que atraviesa el Parque, encontrando muy poco tráfico. Había alguien con necesidad de volver a comer a casa, por lo que llegar al embalse de la Torre de Abrahan se dejó de lado pero no la visita a la Chorrera.
Bajar a la Chorrera y subir dieron a esta ruta trail de carretera un toque campero, con una pendiente al final inesperada, para lo que no andábamos preparados. Bajé y el ultimo tramo  lo dejé y avisé porque era de vuelta y estrecho para dar la vuelta a las tres motos.




La Chorrera decepcionó, no por nada sino porque estas fechas difícilmente pueden provocar caudal, pero bueno, vista esta, para mi por segunda vez ya que hace años estuve con Angel (Ziervo) ahí mismo pero no haciendo esta ruta completa.




Nos pusimos en marcha para seguir la carretera que rodea el Parque y en un desvío nos separamos pues yo volvía a Madrid y ellos ... Yo terminé la ruta del Parque algo agobiado por la gasolina; El testigo de reserva no es un piloto, sino un parpadeo de todos y cada uno de los cuadrados que identifican el llenado del depósito, y esa carretera de curvas y curvas, de pendientes arriba y abajo que no parecía que llevaran al final del Parque, solitaria y sin cobertura, junto con el estresante ritmo del aviso de reserva y el paso de los kms, me hicieron tomar medidas y llegar a hacer unos 17 km a motor parado cuesta abajo de los que 10 fueron continuados.





Por fin llego a Navahermosa donde lleno el depósito de 17,5 litros con quince. Visto que ya no me merece la pena comer, que hay tiempo para llegar y estar con la familia, pongo rumbo a Madrid disfrutando de la moto y de la carretera a otro ritmo pero manteniendo en la autovía los 130 sin pausa.

domingo, 7 de julio de 2013

Hay tiempo para todo.

Los dos últimos fines de semana me han ofrecido grandes satisfacciones de las que sólo puedo expresar aquí la que se refiere a aprovechar, repartir y vivir intensamente el tiempo del que dispongo.




No sabría decir cuántas horas he montado en moto, y habré estado en un radio no superior a veinte km del campamento base,




Lo primero era visitar la huerta. ¡Cómo puede tener todo tan cuidado y arreglado con los años que tiene! Alucino con sus riñones; Estoy seguro que yo no aguanto dos horas trabajando ahí.



Tras un paseo ¡a las cuatro de la tarde! de algo más de hora y media (huerta y choperas a orillas del río) jugando con la arena y con calor muy diferente al de la ciudad  y soportable, por la tarde me voy a pasear, cuando baja el sol. Nada de complicarse por indumentaria y temperatura, pero de verdad que el aire era de lo más agradable de pie sobre las estribera de la pequeña Beta




Sólo había estado una vez en el interior de aquéllas ruinas y disfrutando del color dorado de la tarde, de ese sol que se reflejaba en el cereal y muros, muy inclinado  y difuminado como debe ser en estas fechas, allá me fui.










Me pregunto, ¿cuánto aguantará sin caerse?






Tras disfrutar de las vistas, de un ligero viento del noroeste que se ha levantado, y de cientos de espinas clavadas en los calcetines regreso a casa.






Divertida moto que permite subir, bajar o pasar por donde sea. ¡Vamos al camino!






Y al siguiente día todo cambia: todo luz de verano. Un par de horitas zascandileando en marcha con un día agradable aunque en parado con sol fuerte de verdad.





Voy justamente al otro lado del pantano, lugar donde ya dormí con Angel, apodado Ziervo, el pasado verano.





Sobre este plano, esta base de piedra con caída cenamos, dormimos, amanecimos y desayunamos; Una gran vista sin ir demasiado lejos.





Unos grandes momentos de soledad necesarios también para uno mismo, haciendo lo que más me gusta: estar al aire libre respirando campo, a ser posible con agua cerca; Y una vez llenos los pulmones, vista y olfato de lo que a lo largo de la semana tanto echo de menos, vuelvo a casa deseando verles y contarles, por carreteras a paso lento, casi contando las espigas, disfrutando como un enano del tranquilo paseo que me proporciona la Beta que al ser obligado, se asume y se disfruta dos veces.